Tras 15 años de negociaciones la ONU alcanza un acuerdo para proteger la altamar
“El barco ha llegado a la costa”
Con estas palabras, y prácticamente entre lágrimas, la Embajadora de la ONU para los Océanos, la singapurense Rena Lee, anunciaba en la madrugada del domingo 5 de marzo la adopción de un acuerdo que permitirá proteger, al menos, el 30 % del océano para el año 2030.
En la sala 2 de la sede de la ONU en Nueva York, y ovacionada por todos los asistentes en pie, con ese “The ship has reached the shore” Rena Lee sentenciaba 38 horas de reunión que ponían el colofón a más de una década de duras negociaciones donde no han faltado los fracasos.
El último tratado sobre el derecho del mar se firmó hace 40 años, en 1982, y contenía normas que regulaban el tráfico marítimo y la pesca en alta mar, pero ninguna que protegiera una biodiversidad marina amenazada por la contaminación, el cambio climático, la sobrepesca y la minería en los fondos marinos. No olvidemos que, según el último informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, en sus siglas en inglés), aproximadamente el 10 % de todas las especies marinas están en peligro de extinción.
Con el tratado alcanzado este mes de marzo se protegen, al fin, las aguas internacionales, aquellas que se sitúan más allá de las 200 millas desde la costa que controlan los Estados. O, dicho de otra manera, aquellas que son compartidas por todos los países y ocupan más de dos tercios del océano.
Los logros del tratado oceánico
La High Seas Alliance, una coalición de 40 ONG que tiene como objetivo la protección de la alta mar, ha calificado de “histórico” el tratado de la ONU por, entre otros, los siguientes logros:
- Sienta las bases para crear áreas protegidas en esas aguas internacionales que no pertenecen a ningún país (porque pertenecen a todos) y que constituyen el mayor hábitat del planeta.
- Plantea la imposición en las áreas protegidas de límites a la cantidad de pesca, a las rutas de navegación y a las actividades de exploración.
- Establece pautas para que las actividades que se desarrollen en altamar cuenten con evaluaciones de su impacto ambiental.
- Y aborda el reparto de los beneficios de los recursos genéticos marinos, es decir, del material biológico de plantas y animales oceánicos que puede ser de utilidad para la industria farmacéutica o alimentaria, entre otras.